Desde las torres de Altamira, en el vecino ayuntamiento de Brión, los Moscoso quisieron hacer valer su dominio sobre las tierras amienses a lo que se opuso el arzobispado de Compostela. Conocedor de la amenaza que suponía la fortaleza de Altamira, el arzobispo Fonseca ordenó el derrumbamiento de las torres para lo cual organizó un importante ejército que, al mando de su hermano Luis de Acevedo, atacó las posesiones de los Moscoso. Las tropas de Acevedo fueron fuertemente derrotadas en 1455 y el arzobispo Fonseca fue preso y encerrado dos años en las mazmorras de Altamira hasta el pago de su rescate. Para celebrar su victoria Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso se concedió el título de conde de Altamira. Finalmente, el pleito se resolvió favorablemente para los intereses de la Mitra compostelana que en 1554 recuperó la jurisdicción de Amaía por lo que el conde de Altamira le dió al arzobispo una yegua domada en señal de aceptación de su dominio.
Durante la Edad Media se afianzará el Camino Real a Fisterra, sobre el trazado de una vía romana secundaria, vinculanda a Ames y a movimientos religiosos de las peregrinaciones y bajo el cuidado de la Mitra Compostelana se construirá en el siglo XIV el puente de Pontemaceira, posiblemente utilizando los pilares de un antiguo puente romano, para garantizar el paso del río Tambre por los romeros.