En la Edad Moderna, Ames asiste a la difusión de los nuevos cultivos traídos de América como el maíz y las patatas; estos nuevos productos contribuirán a acrecentar la riqueza agrícola de Amaía que será la base económica que permitirá la construcción de los pazos señoriales y las iglesias del Barroco.
Durante la época moderna, importantes familias nobiliarias afianzarán sus posesiones en las tierras amienses y atesorarán enomes fortunas mediante el cobro de los foros. Sobre esa riqueza se desarrollará en nuestra comarca una importante arquitectura de pazos y casas fuertes a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En Ames destacan el pazo de A Peregrina, en Bertamiráns, propiedad de los Altamira; el de Leboráns, en Trasmonte, que perteneció a los Caamaño y Lens; y la Casa de Sandar, en Agrón, que fue solar de los Acuña, los Figueroa y los Suárez.
El pago de los décimos a la Iglesia favorecerá así mismo el esplendor de la arquitectura y escultura barroca. Así la iglesia de San Cristovo, en Tapia, construida en 1778, conserva un interesante retablo barroco de 1719 en el que se representa a la Virgen; la de San Lourenzo, en Agrón, reconstruida a mediados del siglo XVIII, tiene el retablo mayor de estilo barroco y un retablo dedicado al Sagrado Corazón de Xesús; en la de Santa María, en Trasmonte, destaca un retablo de la Natividad. Son también de fábrica barroca las Iglesias de San Paio, en Lens, y la de Vilar en Santa Mariña de Ameixenda.